Del
interés científico al fanatismo moralizante pasando por el esperpento mediático
Siempre nos quedará París |
En mi casi medio siglo de vida me he
horrorizado y horrorizo en muchas, muchísimas ocasiones de cuán grande puede
ser la estupidez humana.
Existe cierta necesidad en el hombre de
sentirse especial, único e importante y esto lo manifiesta de diversas formas y
maneras. Una de las más características es la necesidad de sentirse agraciado
con la verdad, de sentirse elegido. De ello hay numerosos ejemplos en la
historia del mundo de la religión o de la política por poner solo dos ejemplos
claramente identificables (y no meterme con el mundo futbolístico).
El fanático religioso y el no tan fanático
piensan que su fe es la verdadera y esto los diferencia del resto, los cuales
están claramente equivocados y son manifiestamente enemigos al no compartir con
ellos su verdad. Lo mismo pasa con el que es firme defensor de unos ideales
políticos; liberales, comunistas, conservadores, nacionalistas, socialistas o
anarquistas, entre otros, todos tendrán en común sentirse poseedores de la
mejor solución ideológica para una sociedad siempre necesitada de
adoctrinamientos. Y todos, tanto desde la religión como desde la política,
esgrimirán argumentos que puedan apoyar su certeza de encontrarse en posesión
de la verdad, obviando sistemáticamente los argumentos de sus adversarios o
menospreciándolos.
Últimamente, estamos asistiendo a un
fenómeno similar con las distintas tendencias dietéticas en una batalla que se desarrolla
en medios masivos de comunicación como son la televisión o las redes sociales.
Quizás esto sea porque la alimentación no solo tiene implicaciones
nutricionales; los aspectos, hedónicos, egoístas, sociales, culturales,
políticos, económicos, de justicia social o medioambientales, están detrás de
los gustos y preferencias alimentarias de cada uno de nosotros y yo no soy una
excepción.
Por ello, en el debate dietético podemos
observar tanta pasión y ardor como en los temas religiosos o políticos (bueno y
futbolísticos también) y se convierte en una forma más de separar al ser humano
del ser humano. Veganos, vegetarianos, seguidores de la paleodieta, dieta
lawcarb, seguidores del “hay que comer de todo”, los Atkins, los Dukan, los de
la dieta disociada, los de la dieta del grupo sanguíneo o los de la dieta
alcalina parecen estar siempre armas en alto listos para el combate a la menor
oportunidad que se les tercie. Todos estarán dispuestos a esgrimir sus
argumentos para demostrar que ellos y nadie más son los que están en posesión
de la verdad y al igual que en política, obviando los argumentos del contrario,
al igual que en religión, tachando de fanático, cabeza cerrada o simplemente
ignorante al que no profesa su creencia.
Toda creencia se sustenta sobre verdades,
medias verdades y falacias que se entremezclan con cierto virtuosismo para
evidenciar las primeras, minimizar las segundas y velar las terceras. Es por
este motivo que siempre encontraremos a los seguidores de la dieta “x” argumentando con algún que otro estudio científico hábilmente presentado
su verdad, o bien a falta de estudios con un siempre contundente y
efectivo “a mí me funciona”. Y la verdad siempre tiene una dirección para el
político, religioso, (futbolero) fanático de la dietética, que no es, ya que su
dieta sea la mejor por el motivo que sea, sino que las del resto están
claramente equivocadas.
La ciencia no es inmutable, la ciencia
está en continuo avance y si ayer creíamos que las grasas saturadas eran todas
perjudiciales, hoy sabemos que ni siquiera con las grasas las generalidades nos
sirven. La dietética es una rama de la ciencia y, por tanto, en continua
evolución. Este dinamismo que caracteriza a esta joven ciencia es el motivo por
el que los profesionales de la alimentación debemos ser cautos en nuestras
afirmaciones y estar dispuestos a modificar nuestras propias creencias y
criterios a medida que la certeza y no la teoría científica vaya ganando
terreno.
Pude parecer exagerado cuando digo que el
campo de batalla de la dietética no está en los congresos o seminarios
donde avezados ponentes comparten sus puntos de vista e investigaciones, sino
en los medios de comunicación o en las redes sociales. Para argumentar esta
afirmación quiero definir un concepto no aceptado por la Real Academia
(todavía), este es “Hacer un Mercedes Milá”, allá voy: dícese de quien
sin conocimientos, ni cultura científica, llama de ignorantes a los que cuentan
con formación en ciencia y rebaten desde la ciencia las medias verdades y
falacias que se entremezclan con las posibles verdades que relatan. Un ejemplo
de esto lo tuvimos hace unos días, cuando en la TV3 un cocinero defensor de la
dieta Alcalina le hizo un Mercedes Milá de libro a Aitor Sánchez,
dietista-nutricionista, autor del blog “MI Dieta Cojea” casi a la altura del
que hacía unas semanas antes la propia Mercedes Milá a JM Mullet, profesor de
biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia.
Pero no son los únicos, todo aquel que se
aventure a hablar al gran público en televisión, al pequeño público de alguna u
otra página de Facebook o cualquier otro medio está expuesto, sin duda, a que
le hagan un Mercedes Milá, y es que al igual que ocurre con el fútbol (esta vez
sí) en el que todos llevamos un entrenador dentro, con la dietética todos
llevamos un dietista en nuestro interior.
Y entre Mercedes Milá, verdades, medias
verdades, falacias argumentales, religiones, políticas y por supuesto fútbol
está el ser humano y su necesidad pasmosa de sentirse especial y en posesión de
la verdad, menos mal que siempre nos quedará la ciencia.
José María Capitán
dietista-nutricionista
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Como siempre, en cualquier discusion, es una guerra de a ver quien la tiene mas gorda, a la sandia me refiero, en el tema de la alimentacion, pienso que cada persona es un mundo, les sientan bien unas dietas o otras, normalmente soy de esas personas que discute con veganos, porque me llaman asesino, asi sin venir a cuento, pero gracias a este gran profesor, jose maria, se mostrar buenos argumentos, un beso y dale caña al blog, que me seguiras viendo por aqui
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