Consciencia y Educación para la Sostenibilidad
Del "Somos lo que comemos y con lo que comemos, cambiamos el planeta" al “lo que es arriba es abajo y lo que es adentro es afuera” |
Pronto seremos 10.000 millones de personas, 2.500 más que a fecha de hoy, para ello faltan apenas 30 años. Para entonces, habrá que producir un 50% más de alimentos, de los cuales 1/3 serán desperdiciados, igual que ocurre ahora, a pesar de que la producción y el transporte de alimentos son algunas de las actividades humanas que contribuyen más al cambio climático. Dentro de tres décadas tendremos que producir mucha más ropa para vestir a más personas, generar mayor cantidad de energía para abastecernos, haremos mayor uso de la minería y de la industria, talaremos más árboles para ganar terrenos para la siembra, tendremos menos agua disponible sin contaminar, seguiremos cambiando continuamente de teléfonos móviles u otros aparatos electrónicos, convivirán con nosotros menos especies animales y vegetales porque ya se habrán extinguido, generaremos una inimaginable cantidad de basuras cada día que no seremos capaces de reciclar con eficacia, en definitiva, consumiremos muchos más recursos naturales que ahora. En 2050 pasarán todas estas cosas y las viviremos con mucho más calor que ahora, calor que será consecuencia del aumento de la temperatura de la tierra, claro está, si para entonces seguimos teniendo planeta que habitar...
Que vivimos en un mundo finito es algo de lo que todos somos conscientes, que no existe un planeta “b”, también; sin embargo, de lo que no estamos ya tan seguros es de cómo hacer de este único planeta finito del que disponemos, un planeta sostenible para que lo puedan heredar y disfrutar las generaciones futuras.
El enorme reto que se nos plantea es el de satisfacer las necesidades actuales del ser humano sin comprometer el
futuro de los hombres y mujeres que están por llegar, garantizando
el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y
bienestar social. Sin embargo, esto que debería ser prioritario para la
política de cualquier gobierno responsable, choca con el cortoplacismo
económico que empuja a un desarrollo incontrolado y a la superpoblación
mundial.
Nos hemos educado en el “ahora y ya” y en el “tomo lo que
tengo que mañana ya se verá”, lo cierto es que estamos viviendo muy por encima
de nuestras posibilidades medioambientales, gastando cada año más de lo que
somos capaces de reponer; algunas naciones, incluso, gastan varias veces sus recursos disponibles para un año, y todo esto, sin despeinarse un solo pelo y negando lo que
ya es evidente y se vuelve un clamor sordo ante el oído atónito de todo el que quiere escuchar: el clima está cambiando y con él la vida en la tierra tal y
como la hemos entendido hasta el momento.
Sin tiempo, casi, para reaccionar, debemos cambiar nuestra
consciencia y enfrentarnos a la gravedad del problema con valentía y
determinación realizando mucha pedagogía y grandes esfuerzos por parte de
todos. Sin embargo, ese esfuerzo debe ser asimétrico y tienen que hacerlo más
unos que otros. Los que más, los que más recursos naturales gastan; los que
menos, los que su pobre desarrollo económico les impide realizar un
sobreesfuerzo mayor, pero todos juntos debemos tener una dirección clara: la
sostenibilidad medioambiental, económica y social.
Este año he tenido el placer de participar en el curso de verano “Objetivo: Dieta Sostenible (ODS)”, celebrado en la Rábida (Huelva) el pasado 11 y 12 de julio y que abría con el siguiente eslogan: "Somos lo que comemos y con lo que comemos, cambiamos el
planeta”. Este eslogan tiene pleno sentido si entendemos que los alimentos que mayor salud nos proporcionan, como son todos aquellos de origen vegetal, son también los más respetuosos con el medioambiente y, por tanto, los más sostenibles; mientras que los que más nos perjudican, como son los alimentos ultraprocesados, tienen un mayor impacto negativo sobre el planeta. Según esto podemos establecer un claro paralelismo entre salud y sostenibilidad, como refleja la recientemente publicada pirámide saludable y sostenible del CODINAN. Esta frase me
lleva a otra, con la que hace más de treinta años se originó un apasionante debate en una clase de filosofía cuando cursaba COU: “Lo
que es arriba es abajo y lo que es adentro es afuera”. Con esta sentencia, D. Ángel, el profesor de la asignatura, trataba de
explicarnos que las mismas leyes que rigen el movimiento de las estrellas son
las que rigen el movimiento de los átomos y que, por tanto, todo está íntimamente
interrelacionado. Lo cierto es que
viendo el incremento de enfermedades relacionadas con los hábitos y estilos de vida (enfermedades neurodegenerativas, cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes y obesidad, entre otras) y el deterioro físico que estas provocan, podemos llegar a establecer una clara relación entre nuestra salud y la salud del planeta, ya que nuestros estilos de vida afectan también a los ecosistemas. La desforestación y el envenenamiento del aire, de los ríos y océanos, así como el incremento
descontrolado de la población mundial están desestructurando la vida sobre la superficie
de la tierra, favoreciendo una extinción masiva de especies vegetales y animales
y la degradación de los medios naturales. Lo inaudito de todo esto es que ambos
deterioros, el individual y el planetario, se podrían haber evitado si hubiéramos
sido educados sobre la base de un mayor respeto y amor hacia nosotros mismos y hacia el resto
de las formas de vida que pueblan la tierra; esto que no ha sido, ahora es imprescindible.
Que podamos llegar a revertir este desastre pasa por una
profunda educación y cambio de consciencia de la sociedad y una actuación rápida y contundente de los líderes mundiales. Pero no nos engañemos, estos líderes mundiales actúan reflejando nuestras propias miserias, y su capacidad de cambiar las cosas estará limitada por nuestro deseo y determinación de realizar modificaciones profundas en nuestra forma de vivir y de afrontar el sacrificio que ello suponga. Debemos entender que los líderes del mundo no son los únicos responsables de la degradación del planeta, ya que cada uno de nosotros somos también líderes de nuestras propias vidas.
A continuación, enumero 15 acciones que todos podemos empezar a llevar a cabo desde una mayor consciencia, con el objetivo de contribuir a la viabilidad del planeta. No serán las únicas actuaciones que podamos realizar, pero son un comienzo. Ninguna de ellas es sencilla de poner en práctica, pero todas ellas son necesarias y debemos integrarlas en nuestro estilo de vida... en el mío también:
A continuación, enumero 15 acciones que todos podemos empezar a llevar a cabo desde una mayor consciencia, con el objetivo de contribuir a la viabilidad del planeta. No serán las únicas actuaciones que podamos realizar, pero son un comienzo. Ninguna de ellas es sencilla de poner en práctica, pero todas ellas son necesarias y debemos integrarlas en nuestro estilo de vida... en el mío también:
1. Basa
tu alimentación en alimentos de origen vegetal, como son las verduras, frutas,
legumbres, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva. Son los alimentos más saludables para ti y respetuosos con el planeta.
2. Modera
el consumo de alimentos de origen animal, como son los huevos, productos lácteos,
pescados y carnes y en especial las carnes de animales rumiantes (vaca,
cordero, cabra…), ya que su producción genera muchos gases de efecto
invernadero.
3. Evita
el consumo de alimentos ultraprocesados insanos para ti y cuya producción utiliza una gran cantidad de recursos naturales que deterioran el planeta.
4. Elige
alimentos de proximidad y de temporada y todos aquellos cuya huella de carbono y huella hídrica sean menores.
5. No
desperdicies comida, evita que te caduquen los alimentos, no compres alimentos
de más.
6. Evita
la compra de alimentos envueltos en plásticos siempre que puedas y lleva tu propia bolsa reutilizable para transportarlos.
7. No pases demasiadas horas expuesto al marketing publicitario que te incitará a
consumir aquello que no necesitas, además, horas que pases frente a la pantalla son horas en las que no realizas ejercicio físico.
8. Ahorra
agua, esta es un bien escaso y lo será aún más en el futuro.
9. No
compres botellas de agua, u otros líquidos, fabricadas con plásticos. Lleva tu propia botella recargable para cuando tengas sed; una botella de plástico tarda 1.000 años en degradarse, aunque solo tardes 10 segundos en vaciarla.
10. Ahorra
energía, cualquier producción de energía tiene un coste medioambiental, no
despilfarres dejando luces o pilotos de electrodomésticos o de regletas de enchufes encendidos.
11. No
compres ropa de más. Tras la obtención de alimentos, la producción de ropa es
una de las industrias que más contribuyen al calentamiento global.
12. Reutiliza
todo lo que puedas reutilizar, evita comprar aparatos u otros bienes
materiales que realmente no sean necesarios.
13. Recicla
todo lo que puedas, clasifica bien la basura y deposita cada desecho en su
contenedor correspondiente.
14. Usa
el transporte público y ve en bicicleta o andando siempre que sea posible.
15. Sé
respetuoso con otras formas de vida y vela por su bienestar, será bueno para
el planeta y te ayudará a ser más consciente de la fragilidad de la vida y del amor que debemos mostrar por ella.
Un mundo sin educación es un mundo sin consciencia y un mundo sin consciencia es un mundo abocado a la autodestrucción. Implementar el concepto de la sostenibilidad en cada ciclo educativo, en el entorno laboral, o en cada actividad cotidiana es vital para que nosotros y las próximas generaciones preservemos la vida en la tierra. Los medios de comunicación, las industrias, las cadenas de supermercados y el resto de comercios, y por supuesto, nuestros políticos tienen que hacer sus deberes en beneficio de todos, pero, además, cada uno de nosotros nos debemos hacer responsables de la parte del planeta degradado que nos corresponde, esto es imprescindible para apostar por un futuro factible, por un futuro posible.
Un mundo sin educación es un mundo sin consciencia y un mundo sin consciencia es un mundo abocado a la autodestrucción. Implementar el concepto de la sostenibilidad en cada ciclo educativo, en el entorno laboral, o en cada actividad cotidiana es vital para que nosotros y las próximas generaciones preservemos la vida en la tierra. Los medios de comunicación, las industrias, las cadenas de supermercados y el resto de comercios, y por supuesto, nuestros políticos tienen que hacer sus deberes en beneficio de todos, pero, además, cada uno de nosotros nos debemos hacer responsables de la parte del planeta degradado que nos corresponde, esto es imprescindible para apostar por un futuro factible, por un futuro posible.
José María
Capitán
dietista-nutricionista
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