martes, 10 de marzo de 2020

ALZHEIMER: ALIMENTOS, ALCOHOL Y TABACO

¿Podemos prevenir o retrasar la aparición del Alzheimer? (2)


¿Quién eres?, ¿quién soy?, ¡no importa!, toma mi 
mano, no me dejes sola en la nada

Solía asomarme al balcón de la casa de mi abuela a observar las salamanquesas que poblaban el blanco muro del otro lado de la calle, muro que iluminado por las farolas dejaba ver el paso del tiempo a través de sus grietas y desconchones.  Ella, mi abuela, siempre había tenido su terraza llena de geranios, ahora estos lucían mustios. Su vecina Agustina y su hijo Mariano se quejaban de que se levantara cada noche entre las dos y las cinco de la madrugada para regar las macetas y que, semivestida, se pusiera a cantar a viva voz mientras arrojaba sobre ellas una gran cantidad de agua. El agua, al rebosar los tiestos, salpicaba sobre la acera y generaba un estrepitoso ruido, todo ello a unas horas en las que todos los vecinos trataban de dormir. Tu abuela ya no puede seguir así decía Agustina preocupada ante el rostro circunspecto de su hijo. En el interior de la vivienda, mi viejita se mecía en su butaca mirándome sonriente. Vestía un muy usado camisón de raso negro con encajes y, empapada en sudor, batía su abanico para mitigar el sofocante calor. De esas tórridas noches de verano hace ya 35 años.

¿Sabes dónde estamos abuela?

¡Claro!, en mi casa, en la calle Descalzos se entiende la respuesta, aunque arrastra mucho las palabras al hablar y no es fácil saber siempre lo que dice. En esta calle vivió hace ya muchas décadas, fue la casa donde creció mi padre.

Ahora vives en la calle Juan de la Encina, frente a la calle Guadalupe, ¿te acuerdas?

¿Juan de la Encina? ríe de forma nerviosa mientras su rostro dibuja una mezcla de asombro y desconcierto.

¿Sabes quién soy yo?

Mi hijo responde.

No abuela, ¡soy tu nieto!

¿? Desvía la mirada y pierde la sonrisa, dejando entrever el pavor que siente al no entender lo que le está pasando; su mundo se desvanece lentamente.


¡Qué tremenda soledad en la que ni tan 
siquiera me acompañan mis recuerdos, 
mis esperanzas, mis anhelos!
En la segunda fase de la enfermedad de Alzheimer (EA) se producen importantes alteraciones de la función cerebral: comienzan a surgir problemas con el lenguaje, les cuesta trabajo hablar y hacerse entender; problemas, también, con las funciones aprendidas, por lo que llegan a perder la capacidad para vestirse o utilizar los cubiertos; dejan de reconocer a las personas más cercanas, aunque todavía saben su propio nombre, edad o lugar de nacimiento. En esta fase se vuelven descuidados con su higiene personal, les da por no bañarse o dicen que ya lo han hecho. Aparecen rasgos de tipo psicótico, imaginan que ven gente o escuchan ruidos que nadie más ve ni oye y preguntan por personas que ya murieron hace tiempo como si todavía estuvieran vivos. La dependencia con respecto a un cuidador es cada vez mayor, se muestran aburridos, apáticos o somnolientos. Empiezan a realizar actos obsesivos, vagabundean por la casa o riegan las plantas de forma compulsiva.

Algunos alimentos y hábitos de consumo se han tratado de relacionar con una mayor o menor disminución en el riesgo de padecer EA o de mejorar su sintomatología. Vamos a volver a asomarnos a una de esas ventanas que nos permite la ciencia y comprobaremos que nos dicen los últimos metaanálisis y revisiones sistemáticas publicados en PubMed en los últimos cinco años.


ALIMENTOS, BEBIDAS Y PLANTAS

Pescado

El consumo de pescado y de ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) están asociados a un menor riesgo de demencia y de EA (12). Un mayor consumo de pescado tiene una fuerte asociación con un menor riesgo de demencia tipo Alzheimer (3). Para un conjunto de enfermedades, entre las que se encuentra la EA, por cada incremento de 20 g de pescado se podría disminuir el riesgo de mortalidad entre un 2% y un 7%, siendo el consumo óptimo entre dos y cuatro porciones por semana (4).

Leche y lácteos

Se ha postulado que los fosfolípidos de la leche podrían afectar la función cognitiva y, por tanto, que su consumo podría ser beneficioso en la EA, sin embargo, los últimos estudios publicados no confirman esta hipótesis debido a que la evidencia en este sentido es demasiado pobre (5) y contradictoria (6).


El café y el té

El café y el té son las principales fuentes dietéticas de cafeína. La cafeína actúa sobre el sistema nervioso central: aumenta la excitación y la concentración y disminuye la fatiga. La cafeína se postula como un posible neuroprotector. Algunos estudios sugieren que la cafeína del café o del té no está asociada al riesgo de padecer trastornos cognitivos (7), ni que tampoco estos puedan jugar un factor protector (89). Otros estudios, en cambio, si ven en el consumo de café una asociación con un menor riesgo de EA (10), incluso sitúan este menor riesgo en un consumo de 1-2 tazas al día (11). El té, por su parte, podría tener relación con un menor riesgo de deterioro cognitivo, pero su asociación con el Alzheimer no está tan clara para algunos (12), mientras que para otros investigadores, el té verde sí que parece reducir el riesgo de padecerlo, sin que sus resultados puedan llegar a ser concluyentes (13).


Cúrcuma y curcumina

La cúrcuma es una de las especias más populares en los países asiáticos. La cúrcuma contiene altas concentraciones de polifenoles y flavonoides. La curcumina es su principal flavonoide. Esta especia revierte los daños neurotóxicos y conductuales tanto en modelos in vivo, como in vitro, al prevenir la agregación de beta-amiloide y la hiperfosforilación de la proteína tau, así como la apoptosis y la inflamación. Los estudios también muestran que la curcumina previene los trastornos del comportamiento, mejora la capacidad de la memoria y los déficits cognitivos en animales con EA. La curcumina también puede desempeñar su papel protector al disminuir los niveles de especies reactivas de oxígeno en las neuronas; por tanto, su uso puede ser un enfoque prometedor en la EA. Sin embargo, todavía hay limitaciones en la respuesta al tratamiento en humanos, posiblemente por la escasa biodisponibilidad de la curcumina y por su capacidad limitada para llegar al sistema nervioso central (14). En todo caso, la curcumina parece más efectiva para mejorar la función cognitiva en los ancianos que para mejorar los síntomas de EA (15).


Ginkgo biloba

El Ginkgo es un árbol originario de China, puede llegar a vivir un milenio y es uno de los remedios herbales usados en la medicina tradicional de ese país. De sus hojas se extrae un extracto al que se le atribuye la capacidad de aumentar la circulación sanguínea central y periférica y ser beneficioso para las personas maduras y seniles. Sin embargo, no hay evidencia convincente que demuestre que el Ginkgo biloba en la vejez pueda prevenir el desarrollo de la demencia (16), aunque sí puede ser potencialmente beneficioso para la mejora de la función cognitiva y las actividades de la vida diaria en pacientes con deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer (17).  El extracto farmacológico de Ginkgo biloba conocido como EGb 761, en general, demuestra que es seguro y moderadamente eficaz en el tratamiento de pacientes que sufren demencia con síntomas de leves a moderados (18). Otro extracto farmacológico, el GbE tiene efectos potencialmente beneficiosos para las personas con demencia cuando se administra a dosis superiores a 200 mg/día durante al menos 5 meses, aunque la calidad de la evidencia es baja (19).


TABACO Y ALCOHOL

Uno de los mecanismos que podría explicar la asociación entre fumar y desarrollar demencias podría ser que el hábito tabáquico puede llegar a alterar el equilibrio entre la generación y la reducción de oxidantes y especies de radicales libres. Por otro lado, el aumento del riesgo de demencia como resultado del tabaquismo se puede alcanzar desarrollando, en primer lugar, una enfermedad cardiovascular. Existe evidencia de que los fumadores muestran un mayor riesgo de demencia y EA (202122), y que dejar de fumar disminuye el riesgo (23).

El alcohol tiene efectos tóxicos y puede originar una pérdida neuronal. La EA podría propiciarse por la neuroinflamación producida por el consumo crónico y elevado de alcohol (24). El consumo moderado de alcohol (≤12.5 g / día) se asocia con un riesgo reducido de demencia y es aún menor cuando su consumo es de 6 g / día de alcohol; mientras que beber en exceso (≥ 38 g / día) puede elevar el riesgo (222526).

En el próximo post te hablaré sobre la relación entre el consumo de ciertos nutrientes, fitoquímicos, suplementos y patologías relacionadas y el riesgo de padecer EA, o de cómo contribuyen a su evolución.



Páginas Webs consultadas:










José María Capitán
Dietista-nutricionista




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