De la autocrítica al cielo
El
dietista-nutricionista (DN) tiene un amplio abanico de salidas profesionales
que va desde la cooperación internacional hasta la promoción de la salud en la
administración pública, pasando por la consulta o la empresa privada, la
restauración colectiva, la enseñanza, la investigación, la industria alimentaria,
el control de calidad, la seguridad alimentaria, la nutrición deportiva o como
clínico en la sanidad pública o privada, entre otras, ¿sanidad pública o
privada?
En España,
las primeras promociones de DN datan de finales del siglo pasado. En este
tiempo, y tras miles de profesionales formados para desarrollar una labor
especializada en el campo de la dietética y la nutrición, la mayoría de las
comunidades autónomas siguen sin incluir a este profesional en la sanidad
pública. Tampoco forman parte de otros equipos que realizan su labor
profesional en otros ámbitos del campo de la alimentación, el complemento
alimenticio o el medicamento (salvo excepciones); además, otros profesionales
sanitarios siguen sin contar con nosotros como ponentes en la mayoría de los
congresos científicos no organizado por DN y en los que la alimentación, la
seguridad alimentaria, la nutrición y la salud se debaten y se aúnan criterios
de aprendizaje, ¿por qué? Sin duda, la respuesta no es sencilla y las posibles
razones que pueden dar un poco de luz a esta cuestión pueden no gustar a
determinados sectores de este colectivo profesional.
Quítate tú que ya me pongo yo
Otros
profesionales sanitarios ya realizan muchas de nuestras funciones en la sanidad
pública. Efectivamente, la labor que debería desarrollar el DN la desempeñan
tradicionalmente enfermeros, farmacéuticos o médicos, entre otros, entonces
¿para qué crear otro perfil profesional cuyas funciones básicas ya están
cubiertas? ¿Y si se crea la plaza para el DN qué pasará con los profesionales
que hasta ahora ejercían sus funciones? Algunos sanitarios pueden pensar que el
DN pretende desplazarlos para ocupar su lugar; sin embargo, la mayoría de los
DN a lo que aspiramos realmente es a integrarnos en un equipo multidisciplinar
donde desarrollar nuestras funciones cooperando y aprendiendo de los que ya
tienen experiencia y aportando nuestra perspectiva como profesional sanitario
especializado en nutrición. No pretendemos quitar el puesto a nadie, lo que
realmente queremos es contribuir con nuestro trabajo y conocimientos a una
mejor asistencia sanitaria, como ocurre en el resto de países de nuestro
entorno, ofreciendo para ello nuestra dedicación y entrega. Aunque, en honor a
la verdad, muchos de los comentarios que algunos compañeros vierten sobre las
Redes Sociales (RR. SS.) no van en esta dirección, no muestran al DN como alguien
amable y con deseo de cooperar, sino como una figura que con sus
posicionamientos y formas de expresión contribuyen a generar temores e
incertidumbres.
Yo sé
más que tú y lo demuestro gritando
La imagen
que tienen de nosotros otros profesionales de la salud es demasiado agresiva y
esto dificulta que nos quieran hacer hueco dentro de su familia. A falta de
espacio en la sanidad pública e incluso de gran parte de la privada, muchos DN
han creído encontrar su lugar en las RR. SS. donde han buscado promocionarse y
obtener con ello su fuente de ingresos. Durante años la forma en la que la
sociedad ha tenido noticias de nosotros ha sido a través, twitteros, youtubers,
instagrammers o tiktokers, quienes han desarrollado una función interesante a
la hora de informar a la sociedad respecto a lo que significaba comer
adecuadamente y, sin duda, han desempeñado una labor divulgativa importante de
gran valor. Sin embargo, es conocido por todos que en las RR. SS. una forma de
triunfar es generando polémicas y enfrentamientos y, por ello, el mensaje ha
llegado a ser agresivo, maleducado e incluso despiadado, en especial con otros
profesionales de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y salud que
no compartían titulación con nosotros.
Todo el
que no piensa como yo es mi enemigo
Investigadores
que han dedicado su vida a la ciencia de la nutrición y que no son DN, a veces,
se han encontrado con la oposición, incluso con el desprecio de determinados
compañeros influencers. Esto ha podido ocurrir porque han mantenido criterios
diferentes o porque sus investigaciones han contado con las subvenciones de la
industria alimentaria o farmacéutica originando dudas o sospechas sobre su
trabajo. Profesionales que, por otro lado, pueden jugar un papel muy importante
a la hora de allanar o dificultar nuestra inserción en la sanidad pública y a
consolidar nuestra labor en la sanidad privada. Estos divulgadores digitales,
tan incisivos, son solo la punta de un iceberg muy ruidoso y, en realidad, no
representan al colectivo, esta función la ostentan los colegios profesionales.
La mayoría de los DN nos hemos formado y seguimos estudiando los trabajos de
muchos de los científicos que han sido cuestionados en RR. SS. y sentimos por los
mismos, sin dejar de ser críticos, un profundo respeto y admiración. Nos faltan
en nuestras filas muchos profesionales de la talla del Dr. Ángel Gil, de la
Dra. Gabriela Morreale, del Dr. Ramón Estruch o del Dr. Federico Soriguer,
entre otros, y nos sobran muchos Charlie Rivers, ¿o era Rivels?
Donde
dije, digo, digo Diego
Algunos
divulgadores se han hecho famosos por atacar a la industria alimentaria de
forma descarnada y a todo aquel que podía tener relación con ella, y no han
dudado en disparar con su ejército de seguidores a quien se mostraba crítico
con lo que defendía o con el estilo con el que lo hacía. Todo ello ha
originado, en torno a estos influencers, una horda de incondicionales que
durante años han inundado con una lluvia de likes cada comentario que hacían en
sus RR. SS., lo que ha creado el espejismo de que fuera gente importante, llena de
sabiduría y sin intereses comerciales que guiara sus pasos. Además, se han
llegado a convertir en referentes en medios de comunicación sin ser portadores de
informaciones colegiadas; es decir, sus informaciones no proceden ni de los
colegios profesionales ni de ninguna sociedad científica y, en muchos casos,
son solo posicionamientos personales. Estos mismos “gurús de la nutrición”
ahora imprimen su sello en magdalenas y otros productos ultraprocesados que no
distan mucho de los originales y que nos dejan con la boca abierta a más de uno
y a más de dos. La mayoría de los DN tratamos de ser coherentes con nuestros
principios éticos, priorizando a la población para la que trabajamos, incluso a
costa de nuestro propio bolsillo o intereses personales y no al revés.
¿Conflictos
de intereses económicos yo?, peor aún, los míos son ideológicos
Con mucha
frecuencia se han difundido mensajes difusos, inconsistentes, contradictorios o
motivados por ideologías concretas que confunden a la población, pero que sobre
todo generan desconfianza en el resto de los profesionales sanitarios. Sí, el
mundo de la nutrición, en especial en el espacio digital, se ha abonado a la
polémica extremando sus mensajes de forma casi habitual. Si de algo se ha
carecido en los últimos años, ha sido precisamente de moderación y de buscar
vías de consenso. Las RR. SS. ha sido el campo de batalla entre veganos y
creyentes de la dieta paleolítica, defensores de las dietas low-carb o del
ayuno intermitente y todo ello sin el filtro necesario de la ciencia o con un
uso sesgado de la misma. Estos mensajes han podido sonar por parte de ciertos
espectadores externos como de poco rigurosos y ha restado credibilidad al
colectivo en su conjunto. La nutrición debe entender las distintas
sensibilidades en la práctica alimentaria y respetar cada una de ellas. Cuando
se pierde ese respeto y lo único válido es la opción por la que uno se decanta, se deja de ser un profesional de la nutrición para convertirse en un fanático
de la misma. La mayoría del colectivo es respetuoso con las distintas
sensibilidades dietéticas, sea cual sea la suya propia, y trata de hacer su
trabajo bajo el paraguas de la ciencia y tratando de prestar el mejor servicio
posible a todos sus pacientes o alumnos; creo que esto forma parte del carnet
de identidad del DN.
Yo nunca
me equivoco y, por tanto, no rectifico
Cuando la imagen personal es más importante que la ciencia o el pensamiento crítico, Houston, tenemos un problema. Durante los últimos años he visto cómo se mantenían en RR. SS. posturas que eran como mínimo matizables, pero que han sido mantenidas por sus defensores a capa y espada a pesar de lo inconsistente de sus razonamientos. Sufrimos en nuestra joven profesión un periodo adolescente, el cual he tratado de describir en los puntos anteriores. La adolescencia se caracteriza por la pasión y la trascendencia con la que se vive cada sentimiento, pensamiento o postura ante la vida; es un periodo necesario que precede a la madurez y sin el cual esta no es posible, pero que es imprescindible superar. Esta adolescencia ha llevado, por ejemplo, a defender guías alimentarias extranjeras sin aval científico ni justificación alguna, que han llegado a desplazar a las guías o recomendaciones que se daban en nuestro país a la población española con base a su cultura, costumbres y realidad socioeconómica. Cuando se ha razonado lo inconveniente y fuera de lugar del uso de las guías foráneas, un decepcionante y desconcertante silencio ha logrado que se eche de menos una rectificación. Sin duda, esta rectificación es necesaria para reparar el daño originado y no seguir agrandando la pelota del despropósito. Me refiero, en este caso concreto al Plato de Harvard y a los artículos que he publicado en este blog sobre lo inapropiado e inadecuado de su uso (1, 2, 3 y 4).
Seguramente
habrá otros muchos motivos, además de los esgrimidos en este post, que
justifiquen lo que hasta ahora ha resultado imposible de entender, que el DN no
esté incorporado en la sanidad pública (ni en la sanidad privada salvo
excepciones) en todas las regiones de nuestro país, a diferencia de lo que
ocurre en el resto de Europa.
Afortunadamente,
en Andalucía, comunidad autónoma en la que vivo, ya se están dando los primeros
pasos para que esta realidad cambie, gracias a la magnífica gestión del Colegio
Profesional de Dietistas-Nutricionista de Andalucía (CODINAN) de la mano de
Luis J Morán. Confío en que dentro de no demasiado tiempo la realidad del DN en
toda España cambie, que seamos capaces de ganarnos la plena confianza de
nuestros compañeros sanitarios y que este artículo pierda su significado
por completo.
Las
opiniones expresadas en este post solo me representan a mí y en ningún caso
tienen por qué coincidir con las del CODINAN.
José María Capitán
dietista-nutricionista
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Salud, Solidaridad y Sostenibilidad
Qué a gustito te has quedao' !!! Se puede decir mas alto, pero no mas claro, lástima que esto no lo leerán ni los gurús ni sus seguidores......qué café mas rico el de hoy 😘
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