¿De verdad es una gran herramienta de salud pública?
En el post anterior (1) argumenté ampliamente por qué el Plato para
Comer Saludable de Harvard es un método inadecuado e inapropiado para usar en
consulta o en educación alimentaria, y terminaba concluyendo que, “a pesar de
ser un gráfico atractivo, fácil de entender y muy empleado, no se puede
justificar su uso porque no es una guía cuyos objetivos se adapten a las
particularidades alimentarias de nuestra sociedad; nos aleja de la dieta
mediterránea; no se ajusta a las recomendaciones dietéticas que se hacen en
nuestro país; no establece una adecuada proporción entre los volúmenes que
deben ocupar en el plato los alimentos proteicos y los ricos en hidratos de
carbono; favorece el consumo de proteínas de origen animal frente a las de
origen vegetal al igualar sus volúmenes; no les da suficiente valor a unos
alimentos tan importantes en nuestra gastronomía como son las legumbres y las
clasifica mal; ubica de forma poco habitual a la fruta en el interior del plato
junto al resto de preparaciones; es un modelo menos sostenible que el patrón
mediterráneo y la versión elaborada por Nestlé promociona su marca entre los
niños y niñas, siendo que esta empresa es una de las principales productoras de
alimentos ultraprocesados del mundo; además, tenemos otras guías más apropiadas
a nuestra realidad”.
¡Platos arriba! |
En este
nuevo artículo quiero desarrollar el punto número tres del post anterior, en el
que afirmaba que el Plato de Harvard no era una guía que se ajustara a las
recomendaciones dietéticas que se hacen en nuestro país, ¡vamos allá!
En España,
la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) es responsable de realizar
las recomendaciones sobre la frecuencia en el consumo de alimentos y los
gramajes que deben tener estos por ración, según los distintos grupos etarios (2),
y ha asumido esta responsabilidad desde finales del siglo pasado.
Otras guías elaboradas por dietistas-nutricionistas en nuestro territorio se han basado también en las recomendaciones de la SENC. Así ocurre, por ejemplo, con el documento que la Generalitat de Cataluña editó en noviembre de 2018 llamado “Pequeños cambios para comer mejor”. En este documento, la frecuencia que se propone sobre el consumo de alimentos es un calco de las propuestas que hace la SENC (3). Otros trabajos difieren muy poco con las recomendaciones de la mencionada sociedad científica; así ocurre con la “Guía para los menús en comedores escolares" también de 2018, editado por la Generalitat Valenciana y en la que participa el colegio de dietistas y nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODINUCOVA) (4), en este documento podemos constatar que el gramaje que se propone para los alimentos es muy similar a los utilizados por la SENC para grupos etarios similares.
Durante
más de dos décadas he elaborado, supervisado y corregido una ingente cantidad
de menús y dietas, desarrollando este trabajo, de forma especialmente intensa,
en el sector de la restauración colectiva (5). Durante este tiempo, he podido comprobar
que partiendo del gramaje que propone la SENC, para los distintos alimentos y
edades, se puede confeccionar menús normocalóricos para colectividades de
características comunes con gran facilidad. Estos gramajes de referencia son
también una buena base de partida para iniciar los cálculos en dietas
individualizadas, en la que posteriormente, como es lógico, habrá que realizar ajustes en función de factores como la talla, el peso, la actividad física o las preferencias alimentarias de
cada persona. Las cantidades de alimentos propuestas por la SENC,
en casi (6) cualquier
grupo etario, favorece que la proporción de macronutrientes y de muchos
micronutrientes se aproxime bastante a las recomendaciones actuales para la
población española en una dieta bien planificada. Dicho de otro modo, utilizar
el gramaje de las raciones que propone la SENC facilita, entre otras
cosas, que se realicen dietas con abundantes verduras, en la que los hidratos
de carbono proporcionen en torno al 55-60% del total energético y en el que las
proteínas estén alrededor del 15% de la energía total aportada por la
alimentación. Estos son valores de referencia, y no hay que obsesionarse con ellos, pero nos dejan claro que la mayor parte de la energía debe venir de hidratos de carbono de calidad y solo una pequeña parte de las proteínas. Estos porcentajes de nutrientes son compatibles con las
recomendaciones de otras guías alimentarias del mundo y con las recomendaciones
de la Organización Mundial de la Salud (7).
Por supuesto que finalmente cada cual comerá en
función de su apetencia o de su hambre, ¡faltaría más!, pero no quita para que
la mayoría de las recomendaciones de la SENC sean una buena base de partida
sobre la que trabajar y hacer cálculos. De hecho, sobre esta base, y tras
realizar los ajustes necesarios, trabajan diariamente un gran número de
dietistas y dietistas-nutricionistas en España para elaborar y planificar menús
y dietas para personas sanas o, en su caso, para personas enfermas.
Pues bien, tengo que
decir que cuando se presentó el Plato de Harvard en 2011 no me gustó nada. Ya
había trabajado, años atrás, en una guía volumétrica para la confección de
menús saludables y estaba muy familiarizado con el volumen que ocupaban las
distintas cantidades de alimentos en el plato. Los volúmenes del famoso Plato
de la famosa Universidad no me cuadraban. Para entender lo que trato de decir,
a continuación, voy a intentar explicar por qué las proporciones de alimentos
propuestas en la guía americana no favorecen una ingesta de alimentos y
nutrientes adecuados a la población española, con base a las recomendaciones
establecidas para ella. Para nuestro análisis, primero, seleccionamos algunos
alimentos claves que aparecen en el Plato de Harvard, y los gramajes
correspondientes para un adulto, según propone la SENC para cada uno de esos
alimentos. Aclaro que podríamos haber seleccionado el gramaje recomendado
para casi (6) cualquier otro
grupo etario, obteniendo resultados similares, ya que las cantidades de los
alimentos disminuyen o aumentan, grosso modo, de forma proporcional
según las distintas edades. En segundo lugar, compararemos el volumen (%) que
ocupa en un plato de tamaño normal, las raciones que recomienda la SENC con el
volumen (%) que ocupan los distintos alimentos en el gráfico de Harvard.
Tabla 1.
Gramos que propone la SENC para una ración de los distintos tipos de alimentos
comparados con el volumen que ocupan en un plato de tamaño normal y el volumen
que ocupan esos mismos alimentos en el esquema del Plato de Harvard.
Alimento
|
SENC (gramos) |
SENC (Vol.) |
Harvard
(Vol.) |
Verduras y
hortalizas |
150-200 |
66%-100% |
33% |
Fruta |
150-200 |
- |
17% |
Cereales y
pasta |
50-70 |
66%-100% |
25% |
Legumbres |
60-80 |
100% |
25% |
Carnes
magras y aves |
100-125 |
25%-33% |
25% |
Pescados y
mariscos |
100-150 |
25-33% |
25% |
l
La
desviación que observamos entre los porcentajes de la columna de la SENC y los
porcentajes de la columna del Plato de Harvard revela la desviación de la
alimentación de los españoles al usar el método norteamericano. Dicho de otro
modo, lo que favorecemos al utilizar este sistema es un gran distanciamiento de
las recomendaciones establecidas para la población española cada vez que les
pedimos a nuestros pacientes o alumnos que confeccionen su menú. Como se puede
ver en la tabla 1, con el Plato de Harvard consumiríamos pocas verduras (entre
un 33% y un 67% menos del volumen del plato), pocos alimentos ricos en hidratos
de carbono (entre un 41% y 75% menos del volumen del plato), pocas legumbres
(un 75% menos del volumen del plato) y, eso sí, una proporción aceptable de
alimentos proteicos. Es fácil deducir que seguir estrictamente estas
recomendaciones llevaría a practicar una dieta hipocalórica y poco saciante.
Por tanto, no debemos recomendar el uso del Plato de Harvard, especialmente,
cuando esta guía es utilizada para realizar educación alimentaria con
escolares, adolescentes y adultos con normopeso o, incluso, con aquellos que
sufren sobrepeso, ya que su escasez de verduras favorece que el menú sea poco
saciante.
Ahora
bien, podemos argumentar que el plato de Harvard plantea las proporciones de
alimentos que debe tener un menú completo y no necesariamente un solo plato.
Como en España se suele comer con un primero y un segundo, este método debería
de proyectarse proporcionalmente sobre dos platos. De esta forma,
probablemente, se pudiera adaptar mejor a nuestras costumbres y a nuestros
requerimientos nutricionales, ¡vamos a comprobarlo!
Tabla
2. Gramos que propone la SENC para una ración
de los distintos tipos de alimentos comparados con el volumen que ocupan en un
plato normal y el volumen que ocuparían estos mismos alimentos en una
proyección de dos platos del modelo de Harvard.
Alimento |
SENC
(gramos) |
SENC (Vol.) |
Harvard/2platos
(Vol.) |
Verduras y
hortalizas |
150-200 |
66%-100% |
66% |
Fruta |
150-200 |
- |
34% |
Cereales y
pasta |
50-70 |
66%-100% |
50% |
Legumbres |
60-80 |
100% |
50% |
Carnes
magras y aves |
100-125 |
25%-33% |
50% |
Pescados y
mariscos |
100-150 |
25-33% |
50% |
l
Es decir;
alcanzaríamos una ración de verduras adecuada, pero seguirían siendo pocos los
alimentos ricos en hidratos de carbono (entre un 16% y un 50% menos del volumen
del plato), y también serían pocas las legumbres (un 50% menos del volumen del
plato), aunque podríamos llegar a consumir hasta el doble de la ración
recomendada de alimentos ricos en proteínas (entre un 17% y un 25% más del
volumen del plato). De hecho, el resultado de proyectar sobre dos platos un
reparto proporcional de las raciones del Plato de Harvard nos daría una
alimentación más próxima a la "dieta paleolítica" que a la que cabría
esperar de una alimentación basada en la cultura mediterránea.
Repito, la
aplicación práctica del Plato de Harvard, tanto sobre el modelo de plato único
como en un modelo proyectado de dos platos, nos aleja de las recomendaciones
que se hacen en España sobre el consumo de alimentos y sobre las
recomendaciones nacionales e internacionales respecto a la proporción de la
energía que deben aportar los distintos macronutrientes. No me gusta el
término, pero se podría decir que el Plato de Harvard no favorece una dieta
“equilibrada”, especialmente
cuando las raciones de alimentos se plantean sobre un único plato. El modelo
propuesto por Harvard parece menos saludable y, desde luego, menos sostenible
que si la dieta la basáramos en las recomendaciones de la SENC, como ya
explicaba en el post anterior (1).
Me
gustaría reflexionar sobre el hecho de que un método tan lejano a nuestra
alimentación tradicional, tan inapropiado y tan inadecuado, se haya implantado
como lo ha hecho en nuestro país. Está tan extendido su uso que un número muy
importante de profesionales de la nutrición lo usa habitualmente en su quehacer
diario, lo cual es muy preocupante. Cuando aparece el método del Plato de
Harvard existía un gran hartazgo con la SENC. En la guía alimentaria de esta
sociedad científica y en la versión de la pirámide vigente en ese momento, la
de 2004, descubríamos algunos aspectos más que cuestionables: falta de
contundencia a la hora de recomendar los cereales integrales, posición en la
base de la pirámide de los cereales en lugar de las verduras, promoción de
bebidas alcohólica para su consumo diario, ausencia sospechosa en la cúspide de
su pirámide de algunos ultraprocesados muy significativos y de bebidas
refrescantes y, sobre todo, muchos conflictos de intereses, de los
verdaderamente insoportables, que minaban gravemente su credibilidad.
Imagen 1. Pirámide de la SENC 2004 |
El Plato de Harvard, en cambio, procedía de una Universidad tan prestigiosa como de la que venía, su esquema era sencillo de entender y muy atractivo, mucho menos complejo que la representación gráfica de la pirámide, que en cada versión se ha ido complicando cada vez un poco más. Quizá por todos estos motivos y porque el Plato de Harvard nos ayudaba a tumbar lo que no nos gustaba de dentro, aceptamos con pasmosa facilidad lo que venía de fuera. En ese momento, quizás también, los análisis que se hicieron sobre la guía americana por parte de importantes divulgadores, como los que hizo mi querido y admirado amigo Juan Revenga (8), fueron, a mi juicio, demasiado benignos con ella. Aunque, probablemente, en ese momento, era necesario hacerlo así para dar un giro de timón y explorar otras opciones como las que ofrecía este nuevo modelo. Sin embargo, ya han pasado 11 años desde su presentación y se requiere de una reflexión más pausada para dejar paso a otras guías que se ajusten más a nuestras necesidades educativas y clínicas, es el momento de volver a cambiar de paradigma.
En el
artículo anterior hablaba de otras alternativas que se podrían adoptar en
consulta o en educación nutricional. En concreto, hablaba sobre el método de los
tres colores, (3COME) que, a diferencia del Plato de Harvard, sí se ajusta al
100% a las recomendaciones españolas y probablemente a la de otros muchos países,
y es perfectamente compatible con las que hace la OMS. Durante años, este
método se ha aplicado en la confección de menús en la Universidad de Sevilla
(US), entre otros organismos oficiales, tal y como viene descrito en los
pliegos de condiciones que la US publica para ofertar el servicio de comedor en
sus instalaciones (9). En este tiempo, empresas como Microal (10) han realizado
numerosos análisis bromatológicos para comprobar que lo que soportaba el papel
se llevaba a la práctica, obteniendo resultados satisfactorios. Los análisis
bromatológicos de los menús sobre los que se aplica el método 3COME (antes
FICOMESA) daban como resultado que el reparto de macronutrientes se aproximara,
por lo general, a las recomendaciones establecidas. Sobre este método hablé ya
en artículos anteriores (11, 12, 13), a pesar de ello, pronto publicaré un
nuevo post en el que explicaré de un modo esquemático cómo usar esta sencilla y
práctica herramienta, a través de la utilización del "mapa para el diseño
de menús saludables" que puedes descargarte aquí.
Imagen 2. José María Capitán, 2018. Representación gráfica del método 3COME: "Mapa para el diseño de menús saludables". Guía alimentaria Three Colour Method. |
Te prometo que tardarás apenas unos minutos en entenderlo y menos aún en explicarlo a tus pacientes o alumnos. Es hora de dar un paso hacia adelante.
Para
terminar, quiero volver a hacerte una pregunta. Después de haber leído estos
dos artículos en los que hemos reflexionado sobre el Plato de Harvard, ¿sigues
pensando que es una importante herramienta de salud pública? Si he
conseguido que respondas con un no rotundo, aquí viene la siguiente cuestión,
¿te lo vas a callar?
José María Capitán
Dietista-nutricionista
Entrevista realizada para el canal de ciencias de Mel Nuesch
¿POR
QUÉ ES UN GRAVE ERROR USAR “EL PLATO DE HARVARD” O, PEOR AÚN, “EL NUTRIPLATO”?
Inadecuado
para la consulta, inapropiado en educación alimentaria
EXPLICACIÓNEXPRÉS DEL MÉTODO DE LOS TRES COLORES (3COME), UNA GUÍA ALIMENTARIA COMPLETA
Come con
tres colores en cada comida
LE
SACAMOS LOS COLORES AL PLATO DE HARVARD, EN CONCRETO, TRES COLORES
¿Te lo vas
a callar?
AESAN
ELIGE EL MODELO DEL PLATO DE HARVARD PARA ELABORAR EL PLATO DE ALIMENTACIÓN
SALUDABLE
¿Es mejor
el Plato de Alimentación Saludable que el Plato de Harvard?
¿CÓMO DEBE ELABORARSE
UNA GUÍA ALIMENTARIA PRÁCTICA Y BASADA EN LA EVIDENCIA CIENTÍFICA?
Algunas de
las guías más empleadas no cumplen con los requisitos mínimos exigibles: Plato
de Harvard, Nutriplato, Plato de Alimentación Saludable…
NUEVA
PIRÁMIDE DE LA ALIMENTACIÓN SALUDABLE Y SOSTENIBLE DEL CODINAN
…y no, no
es igual que las demás
Salud, Solidaridad
y Sostenibilidad
Genial!! no se adapta a nuestras costumbre ni recomendaciones de la SENC, pero yo creo que es hora de revisar los macro, la falta de actividad en la población en general hace que los porcentajes de HC para mi gusto sean muy altos, como dice un amigo en común: "los Hidratos hay que ganárselos"
ResponderEliminarEl problema no son los "macros", es la energía total que se ve muy aumentada debido al consumo de alimentos muy procesados. Los porcentajes de macronutrientes que propone OMS y de los que se hace eco SENC son adecuados para mantener una buena salud y se promocione una alimentación más sostenible; aumentar la proporción de proteínas respecto a los HC (integrales) no tiene mayores beneficios para la salud y, en cambio, sí va en detrimento del planeta
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