¿Podemos prevenir o
retrasar la aparición del Alzheimer? (1)
"Recuerdos borrados, vidas que no fueron" |
La casa de mis abuelos estaba ubicada en pleno centro sevillano, en una
primera planta de la calle Juan de la Encina. Yo tenía doce años y mi abuela me
pedía que le fuera a por un mandado, que le comprara algo en la tienda de ultramarinos situada al final de la calle.
—¡Niño!, ve a la
tienda de Bobillo.
—¡Vale!, dame el
dinero, abuela.
—Toma el
monedero y tráeme la vuelta.
—¿Qué te compro?
—¡Uy!, se me ha ido, ¡tengo la cabeza de antes de ayer!
—¿Pan?, ¿casera
de naranja?, ¿leche condensada?, ¿quesitos del caserío?, ¿galletas para la merienda?
—¡No!, no sé qué
era, ¡seré tonta!, ¡estoy perdiendo la cabeza!
—¿Cortadillos?,
¿tortas de aceite?, ¿huevos?, ¿jamón de york?
—Sí, sí, ¡eso! Cómprame cuarto y mitad de jamón de york. ¡Llévate la bolsa de la compra! —20
minutos después regreso con el encargo.
—Toma abuela: la
vuelta
—¿La vuelta de
qué, hijo?
—¿Pues no me has
mandado comprar cuarto y mitad de jamón de york?
—¿Yo?, ¿serás embustero?, ¡tú estás
majara!, yo no te he mandado a comprar nada —muy irritada, —anda malaje, dame el
monedero, a ver si no me vas a sisar alguna moneda, ¡granuja!
—¿¡Qué!? —estaba
completamente desconcertado, pero no era la primera vez que a mi abuela se le
olvidaban las cosas. Todavía yo no lo sabía, pero ella empezaba con los primeros síntomas
de la enfermedad de Alzheimer (EA), de eso hace aproximadamente 40 años.
"Sin mis recuerdos, vivo muriendo" |