Vegetarianismo o veganismo, evolución o cambio
de paradigma
La población humana sigue creciendo de forma exponencial en un planeta cada vez más
deteriorado y sobre el que se ciernen cambios en el clima que vaticinan
desastres antes nunca conocidos por la humanidad. En este contexto, en el que la generación actual puede vislumbrar el fin de la realidad que hasta ahora ha conocido, debemos
proponer cambios profundos en nuestros estilos de vida que favorezcan una mayor
sostenibilidad y justicia social. La alimentación es un factor
determinante para frenar el cambio climático. Casi el 30% de los gases de
efecto invernadero están relacionados con nuestros hábitos a la hora de disponer los alimentos que colocamos sobre nuestra mesa, y un cambio en nuestra dieta
podría ser decisivo para lograr nuestra propia supervivencia (1, 2).
En este
sentido, las dietas basadas en plantas se muestran más eficaces a la hora de
abastecer a la humanidad de alimentos de calidad con una menor presión
medioambiental: vegana, vegetariana, flexitariana y mediterránea, y por este
orden, son dietas basadas en plantas, más o menos estrictas, que pueden presentarse como una alternativa
para luchar contra el cambio climático, y que gozan, todas ellas, de suficiente
evidencia científica como para considerarlas dietas saludables, además de sostenibles (3, 4,
5).
Tras la
alimentación, la salud y la sostenibilidad medioambiental ha surgido un
movimiento filosófico que cada vez parece ganar mayor número de adeptos y que
plantea basar la alimentación exclusivamente en plantas sin que haya ningún tipo de explotación hacia los animales; se trata del
veganismo ético, del que hablaremos más adelante tras contextualizarlo y que tiene grandes diferencias con respecto al que podríamos denominar vegetarianismo humanista.