Frenar la obesidad infantil: un compromiso que
necesita de todos
¡Ponles rostros! |
Como nutricionista observo día a día a una sociedad indolente con el
sufrimiento que se está inflingiendo a nuestros niños y niñas. Hoy sabemos que
la obesidad que se desarrolla en la infancia tiende a perpetuarse en la edad
adulta y que esta es origen de multitud de patologías que acortarán la
esperanza de vida y afectarán negativamente a la calidad de vida de nuestros
hijos. Sin embargo, ni las instituciones públicas, ni los educadores, ni
nosotros mismos parecemos darnos cuenta de nuestra responsabilidad en este
hecho que se antoja insoportable, y que hoy afecta ya al 41,3% de los niños en
España de entre 6 y 9 años (Ref. OMS, Estudio Aladino 2015), los cuales padecen
exceso ponderal. Para ilustrar lo que digo voy a relatarte una serie de hechos
insólitos que pasan por normales al ser tremendamente habituales y que ni
siquiera se plantean como lo que son: una serie de realidades que perpetúan una
violencia estructural, continua y consentida por todos, un verdadero maltrato
infantil generalizado, y que en su conjunto podemos denominar "crimen
contra la infancia".
1. La publicidad de productos obesogénicos dirigida a menores
Diariamente, cada vez que nos sentamos frente al televisor, vemos como
normal que se emita una publicidad nociva para nuestros hijos y se anuncien
todo tipo de alimentos obesogénicos sin ningún tipo de pudor: bollería,
galletería, heladería industrial, cereales azucarados del desayuno, snacks,
lácteos hiperazucarados, bebidas refrescantes y un largo etc. Debemos tener en
cuenta que los niños de corta edad están indefensos ante la publicidad, ya que
no son capaces de discriminar lo que es cierto o bueno de lo que es falso o
dañino y solo nos tienen a nosotros para protegerles frente a semejante
despropósito: nos necesitan para pulsar la tecla "off".
2. Publicidad de bebidas obesogénicas y
alcohólicas en los eventos deportivos
Resulta increíble cómo, sin rubor alguno, ayuntamientos,
consejerías, ministerios, universidades y otras instituciones públicas
que deben velar por la educación y la salud de nuestros menores se prestan a
ser subvencionados y comprados por marcas de bebidas obesogénicas y alcohólicas
en los cientos de eventos deportivos que se celebran en cada una de nuestras
ciudades, relacionando así el deporte con las bebidas insanas. ¿Qué creéis que
pasa por la mente de un niño cuando al llegar a la meta, esta, está llena de
banderolas con las marcas impresas de bebidas azucaradas?, banderolas que
además le han acompañado por todo el recorrido, ¿qué creéis que pasa en la
mente de un niño cuando al terminar el evento deportivo ve a sus padres beber
bebidas alcohólicas en las barras de los bares montados a tal efecto, mientras
a ellos les ofrecen alguna de esas malditas bebidas azucaradas?, ¿de verdad
nadie se plantea que esto no debería estar sucediendo?
3. Navidad obesogénica
Acaban de terminar las fiestas, tras semanas de excesos en los que hemos
hecho partícipes a nuestros hijos de nuestra orgía de azúcar, todavía nos
quedaba algo más para poner la guinda final a este inmenso pastel. En España,
se celebra de una forma especial el día de los Reyes Magos. Un día antes ocurre
uno de los acontecimientos más vistosos y entrañables del año, en casi
cualquier ciudad española sale a la calle la “Cabalgata de los Reyes Magos”.
Los niños, con los ojos abiertos como nunca, ven desfilar a sus “Majestades
Reales”, los cuales lanzan caramelos y otras golosinas durante todo el
recorrido. En una ciudad como Sevilla, en la cual vivo, se lanzaron 100.000 kilos de caramelos el pasado 5 de
enero, ¡¿100.000 kilos?!, esto quiere decir que cada niño recoge cientos de
caramelos que podrán consumir con el beneplácito de sus progenitores. Pero,
esto no queda aquí, al día siguiente en cada barrio de la ciudad se volvió a
repetir el evento, con otras muchas cabalgatas que desfilaron por doquier,
repartiéndose de nuevo otros 44.000 kilos de caramelos, ¡inaudito! Un
acto de responsabilidad digno de admiración y lleno de coherencia por parte de
nuestros legisladores sería favorecer que se repartiera en su lugar frutas,
dándoles a los niños una oportunidad de comer algo sano, relacionando de esta
manera la buena alimentación con un estado emocional tan receptivo, pero no, no
se hace así, se hace justo lo contrario: ¡denunciable!
4. Fiestas de cumpleaños infames
Los cumpleaños no son lo que eran, cuando yo era niño se celebraba como una
merienda más y un bizcocho casero al final; hoy es simplemente otra ocasión más
para seguir envenenando a nuestros hijos bajo la excusa insufrible de “es solo
un día al año” o “todos lo hacen de la misma forma” o “no se puede nadar contra
corriente”. Estas frases parecen darnos permiso para atiborrarles de más y más
azúcar, ¿de verdad tenemos tan poco aprecio por aquellos a los que más amamos?
Ya no les damos de merendar, les damos basura en forma de dulces,
caramelos, helados y otras marranadas y de esto somos responsables directos, cada padre y cada madre. Pero, no es solo su cumpleaños, los niños asisten a
los cumpleaños de todos sus amigos y en cada casa y a lo largo de todo el año
se repite lo mismo: ¡reflexionemos!
5. Salidas y otros días especiales
Al zoo, al campo, a la playa, de visita a casa de los primos, los fines de
semana, feria, Semana Santa, la verbena del barrio, “la velá”, la fiesta
fin de curso, las meriendas, los desayunos, los postres de almuerzos y cenas…,
más de lo mismo: azúcar, azúcar y más azúcar. Eso sí, les damos azúcar en sus
múltiples formas con la mejor de nuestras sonrisas, porque nuestro propósito no
es otro que verles "felices", lo de educarles, ya si eso, para otro
día.
Puede que el tono de este artículo a alguno le haya parecido agresivo, no
lo parece, lo es, es de una agresividad que nace de la impotencia y de la
indignación de ver cómo estamos dañando a nuestros hijos sin la más mínima
conciencia de ello. Ahora que hablen los que me van a tachar de talibán y los
que se sientan ofendidos por mi franqueza, a la que sin duda calificarán de
exageración, a ellos les recuerdo la cifra del inicio, un 41.3% de nuestros
hijos ya padecen una enfermedad crónica que es de muy difícil tratamiento, enfermedad que podrá condicionar el resto de sus vidas: la obesidad, o su
antesala, el sobrepeso.
Dietistas-nutricionistas, dietistas técnicos, médicos, personal sanitario,
educadores, empresas de alimentación, publicistas, cadenas de televisión, administraciones
locales, autonómicas y estatales, sociedad en general ¡hagamos algo para parar
esto!
José María Capitán
dietista-nutricionista
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