¿Cuál es
el problema?
Ya puedo contar por décadas el tiempo que
hace desde que comencé a trabajar como dietista. Los consejos que daba al
principio de mi carrera profesional difieren sensiblemente de los que actualmente
suelo dar en mis charlas y talleres. Sin embargo, hoy escucho a muchos
profesionales que siguen aconsejando lo que yo recomendaba allá por los años
noventa. No es fácil estar actualizado en un área tan extensa y sometida a
continuas revisiones como es el de la dietética y la nutrición. De hecho, estar
actualizado supone un esfuerzo diario para los que estamos obligados a ponernos
al día en el ejercicio de esta maravillosa profesión.
El problema radica en que la inmensa
mayoría de los que dan consejos sobre alimentación no se dedican
profesionalmente a ello, por lo que no sienten la necesidad de estar tan
actualizados, ni probablemente conozcan la constante evolución de los
conocimientos en esta materia o simplemente carezcan de tiempo para ello. Por
este motivo no es difícil encontrar en la consulta de un médico algunas dietas
tipo, dietas que nada tienen que ver con el concepto actual de alimentación
saludable que los dietistas y dietistas-nutricionistas tratamos de dar a
conocer a la población. También nos escandalizamos con demasiada frecuencia
cuando cae en nuestras manos la dieta que se da en determinados colegios,
geriátricos, campamentos de verano, escuelas infantiles o incluso hospitales y
que son claramente desequilibradas o inadecuadas, además de estar llenas de
alimentos superfluos y claramente insanos. Estos menús, por lo general, o bien
no lo firma un profesional de la nutrición o si lo firma lo hace bajo las
indicaciones directas del director de la empresa o del jefe de cocina. Algunos pueden
pensar que un dietista no debería nunca firmar un menú con el que no se está de
acuerdo y yo pienso exactamente igual, pero lo pienso desde la seguridad que da
el tener un trabajo estable y un salario mensual y no desde la premura del que
comienza y trata de ganarse la vida dando sus primeros pasos en este duro mundo
laboral. Debemos tener en cuenta que el dietista-nutricionista tiene vetada su
entrada al Sistema Nacional de Salud y su figura todavía no está reconocida ni
es conocida en nuestra sociedad.
Para colmo podemos escuchar consejos de
nutrición no solo de profesionales sanitarios que no están debidamente
cualificados o de profesionales sanitarios que adecuan sus consejos a los
intereses de una u otra institución, lo peor de todo es que estos consejos los
podemos recibir también de personas que no tienen nada que ver con la sanidad o
que están al margen de ella practicando alguna de las ramas de la mal llamada
medicina alternativa. Naturópatas, acupuntores, quiroprácticos, osteópatas,
homeópatas, especialistas en medicina china o medicina ayurvédica o en flores
de Bach pueden atreverse a tratar a cualquier persona sana o enferma con
rudimentarios y distorsionados conocimientos nutricionales. Además, están los
gimnasios, los Naturhouse, los gabinetes de belleza, los vendedores de
Herbalife, los herbolarios y hasta la consulta de la tarotista o del astrólogo,
todos sin excepción tienen claro cómo deben comer sus clientes. El lío se
agrava cuando en la prensa o televisión leemos titulares recomendándonos uno u
otro alimento con alguna supuesta propiedad saludable descubierta en algún
reciente estudio financiado por la propia marca que fabrica el producto y
avalado por alguna sociedad científica que a la vez se subvenciona de esta
misma empresa cerrando así el círculo de los despropósitos. Luego están los
libros de éxito, cada uno de ellos revelando al mundo las características de su
dieta milagrosa que con toda seguridad nos hará sentir mejor, perder peso y
hasta parecernos al Richard Gere o la Julia Roberts de Pretty Woman, y es que
prometer siempre ha sido gratuito, pero crea mucha confusión. En este apartado
encontramos a la dieta del grupo sanguíneo, la dieta alcalina, la de
incompatibilidades, la cetogénica, la de la clínica de mayo, la de la alcachofa
y tantas y tantas otras. No es fácil saber qué significa comer bien, no, no lo
es.
Sin embargo, es tan sencillo definir qué
significa comer de un modo saludable que al hacerlo casi nos podemos ruborizar,
por lo obvio, porque no tiene misterio alguno, porque cae por su propio peso y
porque casi es de aplicación universal. De hecho, cada vez que le explico a
alguien qué significa comer bien, esta se queda pensativa, mira hacia adentro y
moviendo ligeramente la cabeza en sentido afirmativo emite un sordo “claro”.
Comer bien es comer comida, así de simple.
Sí, comida, la comida de siempre, de la que se ponía en las mesas de nuestras
abuelas o bisabuelas cuando íbamos a visitarlas a sus casas. Comida de la que
se compraba en el mercado o se recogía directamente de lo que la tierra
producía. Y es que en aquella época todavía no se habían inventado los
supermercados con sus miles de productos envasados en sus cientos de
estanterías.
La comida de verdad es la comida
constituida por materia prima sin aderezos de azúcares, edulcorantes, sal,
potenciadores del sabor, aceite de palma y un largo etcétera de aditivos que no
forman parte del propio alimento, pero que ingerimos irremediablemente junto a
él. La comida de verdad es la comida que se produce cerca, la propia de
la estación del año en la que nos encontramos, la que no tiene excesos de
envases innecesarios y con la que podemos elaborar nuestros propios platos en
el laboratorio de nuestra cocina.
Hoy, con base a los conocimientos
científicos más actuales, sabemos que la alimentación saludable no difiere
básicamente de la alimentación de nuestras abuelas. Una alimentación saludable
debe estar basada en alimentos de origen vegetal tales como las frutas, las
verduras, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y el aceite
de oliva virgen y debe moderar el consumo de alimentos de origen animal como
las carnes, pescados, lácteos y huevos evitando los alimentos muy procesados.
Sin embargo, la alimentación actual no debe restringirse solo a parámetros nutricionales o de salud individual. La producción de alimentos es una de las actividades más contaminantes y que más influyen en el calentamiento global del planeta, por tanto, hoy la comida, además de ser saludable, debe atender a consideraciones de sostenibilidad y justicia social.
A continuación voy a enumerar una serie de
tips que invito a tener en cuenta si queremos realizar una alimentación más
saludable, pero también más sostenible, consciente y solidaria.
10 Tips 10
1. Basa
tu alimentación en alimentos de origen vegetal, con un uso moderado y opcional
de alimentos de origen animal y evita el uso de alimentos ultraprocesados. Es
más sano y sostenible.
2. Come
cuando tengas hambre, bebe cuando tengas sed y deja de hacerlo cuando te
sientas saciado.
3. Apaga
la televisión y desconecta el móvil cuando te sientes frente a la mesa, come
con conciencia de lo que estás haciendo y disfruta del placer que nos
proporcionan los alimentos.
4. Come
siempre que puedas rodeado de amigos, familiares y de personas queridas. Comer
es algo más que nutrirse, comer es convivialidad.
5. Come
despacio y mastica bien, el cerebro tarda un tiempo en sentir la sensación de
saciedad, por lo que para ingerir la cantidad justa de alimentos debemos dedicar
un tiempo suficiente a cada comida, sin prisas ni carreras.
6. Usa
una vajilla que no tenga platos demasiado grandes. Nuestra
saciedad está condicionada por la cantidad de alimentos que nos
servimos.
7. Come
productos de cercanía y de temporada, no tires comida y recicla siempre que
puedas. Piensa que lo que es perjudicial para tu salud también lo es para la
salud del planeta, compra y come de forma justa y solidaria.
8. Bebe
suficiente agua del grifo, evita siempre que puedas el agua embotellada que
genera una gran cantidad de residuos y no es más saludable a pesar de lo que
nos han hecho creer.
9. Educa
en hábitos saludables y responsables, comemos y hacemos de adultos lo que
aprendimos de niños.
10. Cuando necesites consejos sobre tu
alimentación, asegúrate de que te atienda un profesional de la nutrición bien
formado y cualificado.
José María Capitán
dietista-nutricionista
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Muy buen artículo, Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro que te haya gustado
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