¿Cereales para el desayuno?, ¿zumo de
naranja?, ¿batido de chocolate?...
En el pasado curso de verano celebrado en la Rábida
(Huelva), el 11 y 12 de julio: “ODS (Objetivo Dieta Sostenible). Un objetivo global para vivir” (1), Enrique Sánchez, famoso chef y presentador de ”La Báscula” (2), un concurso que anima a sus participantes a
perder sus kilos de más, nos confesaba que en sus siete años de emisión
televisiva habían logrado hacer bajar a todos sus concursantes un total de 6 toneladas de peso; acto seguido, desvelaba que en 9 de cada diez casos ya habían recuperado todo lo perdido. En el conversatorio posterior a la conferencia yo
añadía que esto probablemente ocurría porque no había pasado suficiente tiempo como para que todos hubieran vuelto a su peso original; es decir, 10 de cada 10.
La obesidad es una enfermedad crónica (3), por tanto, una vez que se desarrolla solo
podemos aspirar a tratarla y controlarla, pero no a curarla. La persona que
padezca esta enfermedad tendrá la tendencia a recuperar su peso una y otra vez a lo largo
de su vida tras someterse a múltiples y sufridas dietas de adelgazamiento (4), este
es un hecho que cualquier dietista-nutricionista con experiencia puede
constatar en su práctica clínica. Solo cuando a la instauración permanente de
una dieta saludable se le suma la práctica constante de ejercicio físico
moderado o intenso, podemos hablar de resultados duraderos, aunque el único tratamiento verdaderamente eficaz es la prevención.
Basándonos en lo dicho, se entiende la importancia que
tiene que durante la niñez y la adolescencia evitemos condenar a nuestros hijos a desarrollar esta patología y les eduquemos en hábitos alimentarios y estilos de vida saludables; las consecuencias de no hacerlo así podrán
arrastrarlas durante toda su etapa adulta disminuyendo con ello su calidad y
esperanza de vida.
Durante años se ha bombardeado a la población con
afirmaciones tales como que el desayuno es la comida más importante del día o
que la merienda para los niños es imprescindible. Estas afirmaciones han ido
habitualmente acompañadas de campañas de marketing en las que se han propuesto
aquellos productos alimenticios que debían incluirse en estas dos comidas, y en la que se
ha incitado al consumo de alimentos poco saludables y con altas cantidades de
azúcar. Este hecho, sin duda, ha podido contribuir a que en España el 41,3% de
los menores de 9 a 12 años tenga exceso ponderal, según el estudio Aladino
de 2015 (5).
El desayuno no solo no es la comida más importante del día, sino que se ha convertido en la comida más desequilibrada, solo superado por la merienda, que puede llegar a ser todo un despropósito. Así que, repito, ni el desayuno es la comida más importante del día, todas lo son, ni la merienda es imprescindible, pero ambas hay que aprender a realizarlas correctamente y deben estar constituidas por alimentos que potencien la salud del menor.
¿Qué es lo más importante que tienes que saber para
confeccionar los desayunos y meriendas de tu hijo o hija?