Educación Alimentaria
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| Los menores son la población diana más importante en Educación Alimentaria |
En este primer post de un mes como septiembre, que marca el inicio de un
nuevo curso académico en España y en gran parte del mundo, me gustaría hablarte
de objetivos educativos relacionados con la alimentación.
En primer lugar, déjame recordarte que la nutrición no es educable, es un proceso ajeno a nuestra voluntad, en cambio, si lo es la forma en la que decidimos alimentarnos, por eso prefiero hablar de educación alimentaria o de educación para una alimentación saludable, en lugar de hablar de educación nutricional.
Una de las principales actividades que frecuentemente
desarrollamos los dietistas-nutricionistas y los técnicos en dietética es la
educación en hábitos alimentarios saludables. Ante las cifras sin
precedentes de obesidad y otras enfermedades relacionadas con los hábitos de
alimentación y estilos de vida inadecuados, y que afecta de forma especialmente
hiriente a la población infantil, los profesionales de la alimentación debemos
unificar nuestros criterios de actuación cubriendo una serie de objetivos
comunes. Estos objetivos tendrán que ser matizados o adaptados en función del
grupo etario al que pertenezcan nuestros alumnos y de sus peculiaridades para
perseguir que el conjunto de nuestras acciones tengan mayor fuerza y
efectividad a nivel poblacional. He aquí mi propuesta:
Objetivos básicos de cualquier intervención para la
promoción de una alimentación saludable.
1. Transmitir la importancia que tiene la
alimentación en nuestra esperanza y calidad de vida. En el caso de los
menores de forma indirecta, ya que para ellos el concepto de salud es todavía
poco significativo y sí lo es, en cambio, "el crecer mucho", "el
sentirse bien" o "el estar más fuertes".
2. Relacionar una alimentación saludable con una alimentación sostenible desde el punto de vista medioambiental. La sostenibilidad se debe entender también como una forma de expresar la solidaridad entre los seres humanos y al hablar de ella podemos introducir conceptos como el reciclaje, el evitar desperdiciar alimentos, los productos de temporada, los de cercanía y el comercio justo.
3. Promocionar el consumo de alimentos de
origen vegetal como base de una alimentación saludable y sostenible.
Tenemos suficientes evidencias científicas como para proponer que la base de la
alimentación sea vegetal tanto por motivos de salud como por motivos
medioambientales y, por tanto, se fundamente en el consumo de verduras, frutas,
cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceites como el de oliva virgen y
el agua como única bebida imprescindible.
4. Indicar la necesidad de moderar el consumo
de alimentos de origen animal. Para ello enseñaremos a seleccionar
aquellos que son más saludables y sostenibles y las raciones adecuadas que
debemos consumir de los mismos. Son en general, aunque con muchos matices, más
sostenibles los subproductos animales como el huevo y la leche y menos
sostenibles los pescados y carnes, en especial la carne de ternera.
5. Identificar a los alimentos
ultraprocesados y al alcohol como componentes de la dieta que se deben
evitar al no ser ni saludables ni sostenibles. Entre ellos destacamos
los platos precocinados, bebidas refrescantes, snacks, cereales del
desayuno, galletas, dulces, helados, batidos o yogures lácteos azucarados,
zumos industriales, cereales dextrinados para bebés, potitos, leches de
crecimiento, vinos, cervezas, bebidas de alta graduación, etc.
6. Enseñar a confeccionar un menú saludable y
sostenible para toda la familia. Para ello, yo utilizo el
método 3COME del que hablo en este enlace y que permite de un modo rápido y
eficaz transmitir los conocimientos necesarios para el diseño de menús.
7. Introducir el concepto de convivialidad y la
importancia que tienen, no solo los alimentos que seleccionamos en nuestra
dieta, sino las actitudes que se desarrollan en torno a la comida. Es
importante, por ejemplo, evitar el uso de pantallas y promover la conversación
distendida alrededor de la mesa.
8. Promover el amor por la cocina y la
elaboración de alimentos caseros frente a los industrializados. Los niños y
niñas ya desde una corta edad deben colaborar en la cocina con actividades
adaptadas para ellos.
9. Sensibilizar sobre la importancia que tiene
que, como adultos responsables de la alimentación de nuestros hijos, nietos,
pacientes o alumnos, les enseñemos a comer bien y evitemos que desarrollen
sobrepeso u obesidad. Sin duda, este es un objetivo prioritario, ya
que se vuelve imprescindible tratar de revertir la situación actual, en el que
el consumo excesivo de alimentos de ínfima calidad nutricional origina una
grave malnutrición infantil prácticamente generalizada.
10. Evidenciar la importancia del ejercicio
físico y la salud emocional como dos de los componentes que junto con la
alimentación tienen mayor importancia a la hora de alcanzar un alto nivel de
bienestar. Y es que comer bien solo es determinante para la salud si son
saludables el conjunto de hábitos que rodean nuestra vida.
En definitiva, en cualquier actividad en la que queramos promover una alimentación saludable entre la población, debemos relacionarla con una mayor calidad y esperanza de vida, con la sostenibilidad medioambiental, la convivialidad, la cocina casera, el ejercicio físico y la salud emocional. Al hablar de alimentación saludable debemos distinguir entre aquellos alimentos que deben constituir la base de nuestra dieta, los que debemos moderar y los que son necesarios que evitemos, y finalmente, todos deben tener claro al llegar a casa como confeccionar su propio menú saludable y sostenible.
José María Capitán
dietista-nutricionista
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