martes, 6 de junio de 2017

TIPS SOBRE ALIMENTACIÓN

¿Cuál es el problema?



Ya puedo contar por décadas el tiempo que hace desde que comencé a trabajar como dietista. Los consejos que daba al principio de mi carrera profesional difieren sensiblemente de los que actualmente suelo dar en mis charlas y talleres. Sin embargo, hoy escucho a muchos profesionales que siguen aconsejando lo que yo recomendaba allá por los años noventa. No es fácil estar actualizado en un área tan extensa y sometida a continuas revisiones como es el de la dietética y la nutrición. De hecho, estar actualizado supone un esfuerzo diario para los que estamos obligados a ponernos al día en el ejercicio de esta maravillosa profesión.
 
El problema radica en que la inmensa mayoría de los que dan consejos sobre alimentación no se dedican profesionalmente a ello, por lo que no sienten la necesidad de estar tan actualizados, ni probablemente conozcan la constante evolución de los conocimientos en esta materia o simplemente carezcan de tiempo para ello. Por este motivo no es difícil encontrar en la consulta de un médico algunas dietas tipo, dietas que nada tienen que ver con el concepto actual de alimentación saludable que los dietistas y dietistas-nutricionistas tratamos de dar a conocer a la población. También nos escandalizamos con demasiada frecuencia cuando cae en nuestras manos la dieta que se da en determinados colegios, geriátricos, campamentos de verano, escuelas infantiles o incluso hospitales y que son claramente desequilibradas o inadecuadas, además de estar llenas de alimentos superfluos y claramente insanos. Estos menús, por lo general, o bien no lo firma un profesional de la nutrición o si lo firma lo hace bajo las indicaciones directas del director de la empresa o del jefe de cocina. Algunos pueden pensar que un dietista no debería nunca firmar un menú con el que no se está de acuerdo y yo pienso exactamente igual, pero lo pienso desde la seguridad que da el tener un trabajo estable y un salario mensual y no desde la premura del que comienza y trata de ganarse la vida dando sus primeros pasos en este duro mundo laboral. Debemos tener en cuenta que el dietista-nutricionista tiene vetada su entrada al Sistema Nacional de Salud y su figura todavía no está reconocida ni es conocida en nuestra sociedad.

Para colmo podemos escuchar consejos de nutrición no solo de profesionales sanitarios que no están debidamente cualificados o de profesionales sanitarios que adecuan sus consejos a los intereses de una u otra institución, lo peor de todo es que estos consejos los podemos recibir también de personas que no tienen nada que ver con la sanidad o que están al margen de ella practicando alguna de las ramas de la mal llamada medicina alternativa. Naturópatas, acupuntores, quiroprácticos, osteópatas, homeópatas, especialistas en medicina china o medicina ayurvédica o en flores de Bach pueden atreverse a tratar a cualquier persona sana o enferma con rudimentarios y distorsionados conocimientos nutricionales. Además, están los gimnasios, los Naturhouse, los gabinetes de belleza, los vendedores de Herbalife, los herbolarios y hasta la consulta de la tarotista o del astrólogo, todos sin excepción tienen claro cómo deben comer sus clientes. El lío se agrava cuando en la prensa o televisión leemos titulares recomendándonos uno u otro alimento con alguna supuesta propiedad saludable descubierta en algún reciente estudio financiado por la propia marca que fabrica el producto y avalado por alguna sociedad científica que a la vez se subvenciona de esta misma empresa cerrando así el círculo de los despropósitos. Luego están los libros de éxito, cada uno de ellos revelando al mundo las características de su dieta milagrosa que con toda seguridad nos hará sentir mejor, perder peso y hasta parecernos al Richard Gere o la Julia Roberts de Pretty Woman, y es que prometer siempre ha sido gratuito, pero crea mucha confusión. En este apartado encontramos a la dieta del grupo sanguíneo, la dieta alcalina, la de incompatibilidades, la cetogénica, la de la clínica de mayo, la de la alcachofa y tantas y tantas otras. No es fácil saber qué significa comer bien, no, no lo es.

Sin embargo, es tan sencillo definir qué significa comer de un modo saludable que al hacerlo casi nos podemos ruborizar, por lo obvio, porque no tiene misterio alguno, porque cae por su propio peso y porque casi es de aplicación universal. De hecho, cada vez que le explico a alguien qué significa comer bien, esta se queda pensativa, mira hacia adentro y moviendo ligeramente la cabeza en sentido afirmativo emite un sordo “claro”.

Comer bien es comer comida, así de simple. Sí, comida, la comida de siempre, de la que se ponía en las mesas de nuestras abuelas o bisabuelas cuando íbamos a visitarlas a sus casas. Comida de la que se compraba en el mercado o se recogía directamente de lo que la tierra producía. Y es que en aquella época todavía no se habían inventado los supermercados con sus miles de productos envasados en sus cientos de estanterías.

La comida de verdad es la comida constituida por materia prima sin aderezos de azúcares, edulcorantes, sal, potenciadores del sabor, aceite de palma y un largo etcétera de aditivos que no forman parte del propio alimento, pero que ingerimos irremediablemente junto a él.  La comida de verdad es la comida que se produce cerca, la propia de la estación del año en la que nos encontramos, la que no tiene excesos de envases innecesarios y con la que podemos elaborar nuestros propios platos en el laboratorio de nuestra cocina.

Hoy, con base a los conocimientos científicos más actuales, sabemos que la alimentación saludable no difiere básicamente de la alimentación de nuestras abuelas. Una alimentación saludable debe estar basada en alimentos de origen vegetal tales como las frutas, las verduras, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y el aceite de oliva virgen y debe moderar el consumo de alimentos de origen animal como las carnes, pescados, lácteos y huevos evitando los alimentos muy procesados.

Sin embargo, la alimentación actual no debe restringirse solo a parámetros nutricionales o de salud individual. La producción de alimentos es una de las actividades más contaminantes y que más influyen en el calentamiento global del planeta, por tanto, hoy la comida, además de ser saludable, debe atender a consideraciones de sostenibilidad y justicia social.

A continuación voy a enumerar una serie de tips que invito a tener en cuenta si queremos realizar una alimentación más saludable, pero también más sostenible, consciente y solidaria.



10 Tips 10

1. Basa tu alimentación en alimentos de origen vegetal, con un uso moderado y opcional de alimentos de origen animal y evita el uso de alimentos ultraprocesados. Es más sano y sostenible. 

2. Come cuando tengas hambre, bebe cuando tengas sed y deja de hacerlo cuando te sientas saciado.

3. Apaga la televisión y desconecta el móvil cuando te sientes frente a la mesa, come con conciencia de lo que estás haciendo y disfruta del placer que nos proporcionan los alimentos. 

4. Come siempre que puedas rodeado de amigos, familiares y de personas queridas. Comer es algo más que nutrirse, comer es convivialidad.

5. Come despacio y mastica bien, el cerebro tarda un tiempo en sentir la sensación de saciedad, por lo que para ingerir la cantidad justa de alimentos debemos dedicar un tiempo suficiente a cada comida, sin prisas ni carreras. 

6. Usa una vajilla que no tenga platos demasiado grandes. Nuestra      saciedad está condicionada por la cantidad de alimentos que nos servimos. 

7. Come productos de cercanía y de temporada, no tires comida y recicla siempre que puedas. Piensa que lo que es perjudicial para tu salud también lo es para la salud del planeta, compra y come de forma justa y solidaria. 

8. Bebe suficiente agua del grifo, evita siempre que puedas el agua embotellada que genera una gran cantidad de residuos y no es más saludable a pesar de lo que nos han hecho creer. 

9. Educa en hábitos saludables y responsables, comemos y hacemos de adultos lo que aprendimos de niños. 

10. Cuando necesites consejos sobre tu alimentación, asegúrate de que te atienda un profesional de la nutrición bien formado y cualificado.




José María Capitán
dietista-nutricionista




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