VEGETARIANOFOBIA

¿Por qué el científico JM Mulet se mete tanto con los vegetarianos y los veganos?

¡Go vegan!

JM Mulet es un científico y escritor, autor del libro “Comer Sin Miedo” entre otros títulos, de muy recomendable lectura. Mulet ha contribuido a mi formación personal y a tener una visión más completa a la hora de desarrollar mi profesión como dietista-nutricionista. He disfrutado de su visión crítica de la alimentación leyendo sus libros y post y me solidaricé con él cuando Mercedes Milá lo llamó gordo como único argumento a las teorías falaces que sobre alimentación mantenía en una televisión pública. Sin embargo, cada vez que toca el tema del vegetarianismo lo hace con sumo sarcasmo y con la misma falta de respeto que la presentadora mostró hacia él en aquella ocasión.

Mulet con mucha frecuencia deja caer algunas de sus ocurrencias por las redes sociales quedándose tan pancho mientras lo jalean sus seguidores. Hoy leía en su perfil la siguiente frase “Si eres vegano, no deberías consumir productos ecológicos, ya que se fertilizan con estiércol de origen animal”

En principio nada ofensivo y de hecho muestra una evidencia, ¿quizá una amable advertencia? Conociendo su trayectoria, creo que en esta frase podemos adivinar que piensa Mulet de los vegetarianos y quizá también nos cuenta algo sobre la personalidad de los propios veganos, vamos a analizarla someramente.

En esta sentencia, Mulet está apelando a la coherencia de los veganos y les pide que dejen de consumir alimentos ecológicos. Mulet denuncia constantemente el fraude que hay en torno a los alimentos ecológicos, como sabemos todos sus seguidores, mientras que los veganos y vegetarianos suelen consumirlos de forma preferente, como saben todos los supermercados. Sin embargo, esta frase no solo reivindica a la agricultura convencional o alerta al vegano de que tenga cuidado de no incurrir en un error que pudiera cometer de modo inconsciente, como podría pensar alguien que no conozca al científico. Todo lo contrario, se está riendo simple y llanamente de la falta de coherencia del colectivo vegano al consumir productos vegetales abonados con el estiércol de animales que posteriormente y con toda probabilidad serán conducidos al matadero.

Pero, ¿por qué se ríe Mulet de los vegetarianos? He escuchado al prestigioso profesor de biotecnología en numerosas entrevistas reconocer que la dieta vegetariana no tiene por qué ser deficitaria, incluso admitía junto con Julio Basulto en un programa reciente de radio que se ha estudiado a colectivos de vegetarianos donde se daba una menor prevalencia de enfermedades crónicas, así que el tema nutricional o de salud no es el problema. También le he escuchado reconocer que el consumo de carne como se hace actualmente es menos sostenible que una alimentación con mayor presencia de alimentos de origen vegetal, luego el escritor reconoce que las dietas vegetarianas pueden ser más sostenibles, aunque sea de forma indirecta. Pienso que esto es bueno para todos, a más vegetarianos, más planeta, incluso para los que siguen comiendo carne. El tercer gran argumento de las dietas vegetarianas es el ético, un vegetariano no desea contribuir a la explotación animal ni al sacrificio de estos para su consumo humano, en un gradiente que dependerá de su opción dietética dentro del vegetarianismo. Personalmente, creo que este aspecto, más que ningún otro, es el que da origen a la vegetarianofobia.

Es natural que tengamos recelo de todo aquel que se considera superior moralmente a los demás y nos lo deje ver sin ningún tipo de recelo a la menor oportunidad posible.  De hecho, es frecuente que un vegetariano se presente como tal antes incluso de decir su nombre y a partir de aquí monopolice conversaciones enteras en las que trate de convencer sin reservas de los beneficios para la salud de esta filosofía alimentaria, de la necesidad medioambiental de que todos dejemos de consumir carne y de que si ingerimos el cadáver de un animal cuya muerte ha sido fruto de la tortura y la explotación nos convertimos en sus asesinos, y todo esto casi sin respirar ni quitarse el sombrero. Además, todos estos argumentos suelen ser más apasionados de un modo proporcional a lo reciente que sea la “conversión dietética” de nuestro interlocutor.

Tengo que reconocer que cuando he asistido a alguna conversación de este tipo y en este tono, he sentido vergüenza ajena y bastante tristeza. Es absolutamente normal que si vamos por ahí pretendiendo ser superiores moralmente al resto de la humanidad, esto genere animadversión y se rían tanto los “Mulets” como sus acólitos de quienes tienen tales pretensiones. Reconozco que me da miedo cuando me enfrento a alguien así. A lo largo de la historia hemos tenido demasiados ejemplos de personas que se han considerado moralmente superiores a las otras. Estas personas han pertenecido a partidos políticos de todas las tendencias y a todas las religiones conocidas a lo largo y ancho de este mundo, pero nunca han contribuido a generar humanidad, sino más bien a enfrentarla. Y es que la superioridad moral es lo que tiene, que va de la mano del fanatismo y el fanatismo es lo contrario a la ciencia y a la razón, aunque algunos fanáticos hagan uso de la ciencia para construir sus bombas creyéndose en posesión de la razón.

No existe la coherencia total. Nadie puede aspirar a ser completamente coherente y normalmente lo que hacemos es aprender a vivir con nuestras contradicciones. Adoptamos los compromisos que creemos oportunos en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias. Esto debería ser respetado por todos, pero cuando alguien se siente moralmente superior al resto, por muy buenos argumentos que tenga, solo puede aspirar a ser rechazado y ser objeto de mofa. Por eso Mulet recuerda al vegano, con poca fortuna y empatía y con mucha, mucha sorna, que su pretensión de no dañar a los animales es imposible y se ríe del desconcierto que esto le origina.

En un mundo competitivo en el que la supervivencia de los unos depende de la vida de otros, a lo más que podemos aspirar es a causar el menor daño posible.

Como dietista-nutricionista creo que hay evidencias para afirmar que una alimentación sin carne puede ser beneficiosa para la salud y que con ciertos cuidados es nutricionalmente muy saludable. También creo que desde un punto de vista medioambiental existen suficientes datos como para sospechar que, entre otras causas, tras el cambio climático está nuestro consumo desmesurado de alimentos de origen animal y la presión ecológica que su producción ejerce sobre el planeta. Creo que sería acertado seguir la recomendación de la OMS y reducir el consumo de carne a una quinta parte del actual para que su producción sea sostenible y pueda ser más adecuada de cara a nuestra propia salud. También creo que la reducción de carne se debe hacer de una forma más acusada entre los países más desarrollados, ya que contamos con recursos dietéticos alternativos que pueden contribuir a equilibrar nuestra alimentación sin demasiados quebraderos de cabeza. Creo que en los países del tercer mundo, en el que se desarrolla una ganadería y pesca de subsistencia, eliminar los productos de origen animal de la dieta sería condenar a morir de hambre a gran parte de sus poblaciones. En estos casos, resulta poco práctico pautar ningún tipo de recomendación dietética, ya que el problema no es elegir qué se come, sino comer. Soy animalista, pero antes soy humanista, no creo que quien consuma carne sea un asesino. Me alegra saber que alguien decida no comer carne, puesto que creo que es una decisión acertada, por lo general, y que le va a beneficiar en muchos aspectos a él y al planeta, pero también sé al rechazo al que se expondrá por parte de una sociedad que no siempre comprenderá su posicionamiento ante el mundo y que, probablemente, terminará leyendo comentarios irónicos como los que hace mi apreciado JM Mulet.

Los vegetarianos y veganos podemos aportar mucho a esta sociedad desde la comprensión y la tolerancia, mucho más que si lo hacemos desde la descalificación o el fanatismo.

José María Capitán

dietista-nutricionista

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