¿Podemos prevenir o
retrasar la aparición del Alzheimer? (3)
Mírame, yo no puedo acordarme de ti, pero por favor, tú no me olvides, quiero seguir en tus recuerdos, esos que yo ya no poseo |
—Abuela, ¿cómo estás? —sonríe, pero no dice nada. Está cubierta por mantas que apenas dejan ver su rostro, hace frío en la habitación.
—Está muy bien, hoy ha comido un poquito más que ayer —comenta la religiosa encargada de sus cuidados.
—¿Te tratan bien aquí? —sonríe, pero no dice nada. Comparte estancia con otras ancianas de miradas perdidas que parecen buscar a las visitas que no llegaron.
—Lo único es que apenas quiere levantarse de la cama —vuelve a intervenir la monja.
—Lo único es que apenas quiere levantarse de la cama —vuelve a intervenir la monja.
—¿No quieres levantarte y
dar un paseíto? —sonríe, pero no dice nada. Le cojo las manos que ahora deja asomar de entre las sábanas a la altura del cuello. Las tiene muy frías, se las froto un poco, pero no calientan.
Mi abuela había sido ingresada hacía tan solo unas semanas. Ya casi no se levantaba de la cama y no hablaba, pero mantenía en su semblante
una dulce sonrisa. Parecía agradecer que fuera a visitarla, aunque estaba seguro de que no me reconocía. Unos días después se cayó de la cama, se
fracturó la cadera y ya no volví a verla nunca más.
Mi mente se calla, solo escucho el silencio, y tras el silencio, más silencio, solo eso, nada más |